Ya sabemos
todos que a un rebaño de ovejas se las guía, manipula y engaña mucho mejor que
a una manada de tigres, por eso casi nadie se molesta en integrar dentro de la
educación el pensamiento crítico.
Pensar es
sinónimo de conciencia e identidad, y para pensar no hay nada como aprender a
cuestionar. Potenciar el pensamiento propio, la creatividad a la hora de buscar
diferentes alternativas y entre todas elegir la más adecuada, aprender a no
seguir las modas simplemente porque los demás lo hacen, enseñar a defender
opiniones aunque no coincidan con otras -pero respetándolas-, aprender de los
errores… Todo esto que cuento y que debería ser el pan nuestro de cada día es
muy peligroso para los que se quieren llevar el gato al agua y
manejarnos a su antojo. Para ellos es preferible tenernos
aletargados y muertos de miedo, porque el miedo anula nuestra voluntad.
Aprender a pensar de modo crítico mejora
la capacidad de reunir, interpretar, evaluar y seleccionar la información con
el propósito de realizar elecciones bien fundadas. (Perkins, 1987).
La
desmotivación generalizada en los colegios ha llevado a los alumnos a pasar de
una mente activa a otra pasiva. Es decir,
cada día dedican menos tiempo a pensar y más tiempo a que piensen por ellos,
sin ni quiera ser conscientes de este retroceso del pensamiento. ¿No os parece
preocupante? Me he dado cuenta que
la mayoría de los alumnos no sabe programarse para estudiar, no
sabe hacer un resumen, un esquema o extraer de un texto lo que es
importante. Copiando al pie de la letra las lecciones sin ni siquiera cribar los chistes del profesor. Si les sacas del tiesto están perdidos, porque su capacidad de
improvisación brilla por su ausencia, por lo que acaban agobiándose y
rindiéndose.
¿Cuáles son los pasos que propongo para
empezar a cambiar el chip, contando con que el profesor sepa pensar y actuar
críticamente? Pues como no se trata solo de enseñar,
sino de ayudar a aprender, el trabajo en el aula debe ser grupal, no
individual; el profesor no debe decir al alumno lo que debe pensar, sino
ayudarle a que piense por sí mismo, por lo tanto no debe nunca partir de una imposición
al inicio de cada clase porque entonces ya no hay cabida para la discusión ni
el razonamiento.
Nuestro futuro
depende de aprender a pensar con criterio. Es la mejor manera de analizar la
realidad y convertirnos en ciudadanos cabales, valientes, válidos y
comprometidos. Pero aquí está la trampa: solamente el 9% de
nuestro profesorado está capacitado para enseñar a sus alumnos a
pensar críticamente.
Espero que escuchéis mi sección "Álvaro y sus cosas" en Radio Castilla la Mancha como colaborador en El Pasacalles todos los lunes de 17:50 a 18h.
En en el programa Castilla la Mancha en el corazón.
También me podeis seguir en Cope Fin de Semana con Cristina L. Schlichting
y en radio 4g con Jose Antonio Abellán en la Jungla 4.0
Además podéis enteraros de todas mis entrevistas y reportajes en Facebook, Twitter, Instagram, Linkedin, Youtube.
Enseñar a pensar era el cometido de la Filosofía... en tiempos de Sócrates. Nada que ver con esa asignatura a cuya obligatoriedad (soy profesor de la misma) me opongo por completo.
ResponderEliminarLa "Filosofía" que se ha venido impartiendo obligatoriamente es una serie de contenidos históricos (los principales autores, seleccionados con criterios políticos) incomprensibles para los jóvenes. Aunque en alguna medida sea cierto que "la filosofía dice con palabras que nadie entiende lo que todo el mundo sabe", más cierto es que la inmensa mayoría de profesores de la misma no están en absoluto preparados para enseñar nada.
Una vez más sale a la palestra la clave del problema: la educación es la base de un país, y la mayoría de los educadores españoles están en el Pleistoceno.
Los des-educadores de hoy en día son todos un atajo de borregos incompetentes con delirios de grandeza.
ResponderEliminarEl gran músico español Xavier Cugat comentaba siempre que, siendo niño, su padre le preguntó si quería ser alguien en la vida. El niño respondió que sí y su padre le dijo: "Entonces no puedes seguir yendo al colegio". Y ya no fue desde ese día.
ResponderEliminarNo todos son unos borregos incompetentes, pero sí la mayoría. Incluso hay algunas excepciones maravillosas que, por lo mismo, son marginadas al silencio.