En el Capítulo XI de mi libro "Ser inteligente no es un delito" digo:
Lo que si me gustaría recalcar es que no nos podemos convertir en unos "blanditos", rendirnos y ponernos a llorar cuando algo no nos sale como nosotros queremos. Los niños y jóvenes, no podemos y no debemos dejarnos consentir por nuestros padres, maestros o sociedad en general. Ellos están para ayudarnos, no para hacérnoslo todo. ¡Por favor! No nos tachéis de pobrecitos cuando nos quedemos una noche estudiando o madruguemos para terminar tareas, porque es nuestra responsabilidad, lo extraño sería lo contrario. Si esto no lo hacemos, nos convertiremos en una sociedad de mimados e irresponsables sin capacidad para resolver nuestros propios problemas por pequeños que sean.
En nuestra "moderna" sociedad, cada vez más ilógica, podemos encontrarnos y sin ir muy lejos, a padres como los acertadamente denominados en el libro Hiperpaternidad de Eva Millet, padres-helicóptero, los cuales se caracterizan por estar sobrevolando sin descanso sobre la vida de sus hijos. Los padres-apisonadora, esos que allanan continuamente el camino de sus hijos para que no se topen con ninguna dificultad. Los padres chófer, que se pasan los días llevando a sus hijos de extraescolar en extraescolar. Las madres o padres agenda, que llevan al día las agendas de sus hijos, tengan éstos 6 o 15 años y cuando llegan a casa revisan cada una de las tareas, deberes y exámenes que los niños tienen previstos.
Los hiperprotectores, que son los que quieren evitar cualquier accidente, por lo que algo antes natural para un niño, como subirse a un árbol, resulta impensable. Los padres-bocadillo, esos que persiguen a sus hijos o hijas en el parque con la merienda en la mano y las más novedosas madres-tigre, representadas por la china-estadounidense Amy Chua, quien dirige de forma implacable la vida de sus dos hijas, en la que la regla a seguir es; no se puede invitar a amigos e ir a otras casas a jugar y mucho menos a dormir, tampoco se puede ver la televisión ni entrenerse, se prohíbe todo excepto triunfar.
Se ve cada día en las entradas y salidas de los colegios. Madres o padres con hijos de 10 años en adelante, que llevan sus carteras y que no pueden ir solos ni a la vuelta de la esquina. Padres que les sostienen la merienda o el zumo en la mano mientras que ellos juegan. O padres que en las actividades extraescolares -si pueden- se quedan mirando lo que hacen hasta el final. E incluso les hacen los deberes o los trabajos, para que ellos puedan jugar otro rato más a la consola o se vayan a la cama. Y ya para colmo, si no saben que tareas tienen que hacer o que examen estudiar, tiran del maldito grupo de whatsapp que se lo chiva todo en un segundo.
¿Así, como van a evolucionar, si no les dejan equivocarse, ni tropezar, ni que les echen la bronca en el colegio por olvidarse los deberes? ¡Si se lo dan todo hecho! Nuestros padres nos tienen que mostrar el camino, no adornárnoslo para que no suframos. Deben prepararnos para saber estar en sociedad y eso solo se aprende dejándonos hacer y corrigiéndonos cuando nos equivocamos o hacemos algo mal. Menudas broncas me llevo yo por culpa de mis despistes, pero les agradezco que no me pasen ni una, porque así aprendo a responsabilizarme de mis cosas, aunque creo que el despiste forma parte de mi persona.
POSITIVO 100% Debería ser obligatorio ir a los campamentos de verano, en ellos aprendemos a ser independientes, a cuidar de nosotros mismos, a compartir, a convivir con los demás y a valorar lo que tenemos en casa. Además conoces a gente de otros lugares, aprendes otras culturas o costumbres y se te abre la mente a cosas nuevas que desconocías. También te caes y te haces heridas, tienes hambre, sueño, frío, calor, te pican los mosquitos, te manchas la ropa, se te pierde el champú, la toalla o las zapatillas...y ante todo eso, descubres algo muy importante: el compañerismo.
Según estudios, la inseguridad, rebeldía, baja autoestima, frustración, carácter débil o confuso y poca creatividad; son algunos de los síntomas que desarrollan los niños hiperprotegidos.
Por eso, a cierta edad, deben empezar a confiar en nosotros y ver que somos capaces de ir solos a algunos sitios sin que nos pase nada, eso refuerza nuestra autoestima y nos espabila ante el mundo que nos rodea. Deben también dejarnos que llevemos nuestra propia agenda y si se nos olvida algo ser nosotros los responsables. Es muy triste ver encuestas que dicen, que tres de cada cuatro jóvenes españoles no saben ni de que están vacunados y la respuesta a eso, es que ese tema lo llevan sus madres.
"Cada vez que les sobreprotegemos les quitamos anticuerpos ante su futuro" Anna Mascaró
OS ESPERO EN LA FERIA DEL LIBRO DE TALAVERA DE LA REINA, EL 2 DE MAYO A LAS 18:30H EN LA CASETA DE LOS LIBREROS. ESTARÉ FIRMANDO MI LIBRO.
¡HASTA LA PRÓXIMA!
Espero que escuchéis mi sección "Álvaro y sus cosas" en Radio Castilla la Mancha como colaborador en El Pasacalles todos los lunes de 17:50 a 18h.
En en el programa Castilla la Mancha en el corazón.
También me podeis seguir en Cope Fin de Semana con Cristina L. Schlichting
y en radio 4g con Jose Antonio Abellán en la Jungla 4.0
En mis columnas semanales de lavozdeltajo.com y en teleprensa.com
Además podéis enteraros de todas mis entrevistas y reportajes en Facebook, Twitter, Instagram y Youtube.
¡Equilicuá! Fantástico. NO HAY MÁS QUE DECIR.
ResponderEliminarÁlvaro mañana iré a que me firmes tu libro, estoy deseando conocerte.
ResponderEliminarGracias por enseñarnos tantas cosas,querido Álvaro! No has pensado estudiar Psicología?Creo que se te daría muy bien y ayudarías a mucha gente...
ResponderEliminarToda la razón Álvaro, a mayor protección mayor grado de inutilidad. Hay dejar volar observando desde una distancia prudencial. Un abrazo fenómeno.
ResponderEliminarEres un crack!
ResponderEliminarEstá claro, cuando los padres protegen demasiado, los hijos se convierten en seres muy dependientes, gente que no se va a saber desenvolver en la vida.
ResponderEliminarMuy buen artículo, saludos.
Oscar Iglesias Casado
http://rincondeoscariglesias.blogspot.com
http://regeneracionoscar.blogspot.com
Por cierto, eres un crack, sigue así, campeón, un saludo :-)
ResponderEliminarCada vez que dices que algo es "ilógico" lo tomo como un desafío.
ResponderEliminarEn efecto, los padres hiperprotectores facilitan la futura inutilidad de sus hijos. Pero también es cierto que hoy día los niños están sometidos a riesgos que no existían en generaciones anteriores, por ejemplo el ciberacoso o la distribución de drogas a la puerta de los colegios, para crear dependientes que a muy corto plazo sean sus clientes.
Y aún más, querido Álvaro. Voy a contarte lo que me sucedió en una terapia de grupo.
Era la primera vez que esta gente se reunía, no se conocían entre ellos, y dominaba el silencio, como suele ocurrir en estos casos, para no significarse y que el moderador te señale.
No obstante había una mujer joven que no dejaba de hablar y de reírse. Así que la invité a que nos contase algo: "¿Yo? Pero si yo estoy muy bien, a mí me va todo perfectamente", seguía riendo.
Esta vez quien debía guardar silencio era yo: por experiencia sabía que estaba a punto de estallar una bomba.
Pasados unos segundos de tenso silencio, dejó de reír y agachó la cabeza.
De pronto rompió a llorar a lágrima viva, como si se estuviese muriendo: "¡No puedo dormir! ¡No puedo dejar que le peguen a mi hija...!"
- ¿Alguien pega a tu hija?
"No".
- ¿Entonces...?
Se volvió a hacer otro larguísimo silencio, preludio del estallido:
"¡Era mi padre! ¡Llegaba borracho por las noches y me sacaba de la cama! ¡Yo era muy pequeña! ¡Me mataba a palos...!".
¿Ve Vd., señor Cabo, como entre su enumeración de tipos de padres le falta uno? Los padres que de niños fueron maltratados tienden a sobreproteger a sus hijos, porque proyectan su propia infancia en ellos.
Para no acabar con mal sabor de boca: ¿Sabes que es una rebeca? Eso que las madres ponen a los niños cuando ellas tienen frío ;-)
Un abrazo.
Enhorabuena Álvaro, he entrado en tu blog tras leer una columna tuya en La Voz del Tajo sobre la democracia griega que me ha parecido muy acertada.
ResponderEliminarMe inyecta esperanza ver que no todo está perdido y que quedan chavales con la cabeza muy bien amueblada.