Estos han sido dos meses de locura absoluta, de ruptura total con la rutina, de pasar de un país lleno de entrenadores de fútbol a uno plagado de expertos en epidemiología, medidas de prevención, politicas de revitalización económica, diplomados identificadores de bulos y todo ello desde la comodidad de nuestro hogar, si de aquí no salimos como la sociedad más preparada de Europa algo estamos haciendo mal.
Es ahora que empezamos a vislumbrar el final de esta pesadilla (o el principio de una peor, si miramos desde el bolsillo); calles infestadas de runners, bikersy street workouters y recientemente, manifestanters.
Aunque la pandemia ha sido y es una experiencia común para prácticamente toda la humanidad, es cierto que no todos lo vivimos de la misma manera. Por suerte o por desgracia, varios miembros de mi familia trabajan en el sistema de salud público y he tenido acceso de primera mano al drama humano que han sido estas semanas en cualquier hospital o ambulatorio español, pero esto no ha llegado a todo el mundo. En los medios se nos ha enseñado la cara simpática, bien protegida y organizada de la pandemia, intentando ganar la batalla de la emoción antes que la de los datos. Las insensateces que vemos ahora son un producto de lo que hicimos en el pasado, somos la cigarra que prefiere luchar contra un enemigo que no puede vencer antes que prevenir sus efectos como haría la hormiga.
La pandemia sanitaria nos vino de sorpresa, pero la pandemia de irresponsabilidades se pudo haber prevenido.
Hola.
ResponderEliminarLa "desescalada" no es una pantomima mayor que la escalada. Todo ha sido y es una inmensa mentira. ¿Quién es el responsable? ¿A quién beneficia?