Cuando se enseñan los fenómenos de la naturaleza por el método tradicional se pierden muchas cosas y entre ellas el entusiasmo y la curiosidad del alumno.
¿Si no ves, no tocas y no experimentas lo que te están contando, para qué sirve?
Una hora de laboratorio fue para mí mucho más interesante y productiva que un mes asistiendo a clase de ciencias. Lo que yo vi y aprendí ayer lo deberíamos hacer diariamente en el colegio.
Tocar y graduar un microscopio, observar en directo un hematíe, un leucocito, una plaqueta, un coco, un bacilo, una célula epitelial... supuso un gran cambio en mi manera de admirar la ciencia. Hay una vida microscópica que deberíamos explorar desde pequeños y que no lo estamos haciendo -en teoría- por falta de medios y preparación, pero la verdad es la falta interés por parte de los responsables políticos que no invierten el dinero de los impuestos en el futuro inmediato de España, nosotros los jóvenes, y así ser competitivos con otros países. No me canso de decir que, nuestro sistema educativo está diseñado a imagen y semejanza de los políticos, y por lo tanto, no adaptado a nuestra era tecnológica, y cuanto más se resistan al cambio más difícil será la conciliación de la vida real con la escuela de la Revolución Industrial.
¿Cuánto talento se pierde por el camino por no despertar la curiosidad a edades tempranas del alumnado? ¿Cuánta fuerza de voluntad tiene que desarrollar un alumno para no perder el interés por las ciencias?
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